Hace apenas unas horas debatía con una desconocida en una red social sobre la naturaleza de la bondad en el ser humano. Sólo , una ligera conversación filosófico-doméstica ,sin pretensiones ni transcendencia que, sin embargo provoca la reflexión y remueve esperanzas.
Parece que en nuestro mundo haya una especie de conjuro para hacernos creer que estamos en una sociedad apática, desprovista de valores cuando no perversa, corrupta y ...vacía. Supongo que una sociedad sin esperanzas, sin confianza en sí misma es el objetivo de los poderes para crear una masa manipulable en favor de sus intereses.
Y esas gentes somos millones y millones de seres humanos. Gentes con inquietudes, gentes que con confianza o sin ella ,con conciencia o sin ella optamos por negar la inevitabilidad de la desesperanza y nos lanzamos a aportar nuestro grano de arena por construir un mundo mejor.
No es preciso ser Ghandi . No todas las gentes poseemos grandes aptitudes, ni una gran fortaleza espritual o ética,ni una gran decisión. Pero todas tenemos un gran potencial para mejorar la realidad, todas podemos contribuir en grandes o en pequeñas causas para avanzar. No son Gandhi, pero ahí están millones de gentes trabajando por el mundo: Las “marujas” que cuidan de los ancianos de la familia, los “beatos” que comparten su bienestar espiritual, los “ilusos” que transmiten sus sueños, el empresario que ofrece su primer trabajo a un joven, aquella profesora que cree que aprender a sumar es algo más que adicionar cantidades, el “místico” que acompaña las madrugadas con un programa de radio, aquel señor que vivió emigrado y traduce a los inmigrantes recién llegados, aquella muchacha impetuosa que se presentó a las elecciones municipales, la cantante hortera que despierta el ritmo de nuestros cuerpos o la vecina que pone comida cada noche para los animales abandonados.
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