Llueve otra vez.... Esta canción no la he podido evitar
Con nosotras y nosotros: Silvio......especial para Román.
3 comentarios:
Román
dijo...
Tengo que escribir algo, pero ahora no. Ahora seguiré disfrutando de la extraña sensación que me produce tener todos y cada uno de mis pelos de punta. Los siento en mis piernas, en mis brazos, en mi sexo y en mi alma. Escribiré algo, más tranquilo, escuchando de nuevo la canción, pero ahora no, ahora siento, seguiré sintiendo, sintiendo. Un beso y ójala no deje de llover nunca, ni yo de enviar besos en cada gota de lluvia, ni tu de esperarlos, si es que todavía los esperas.
Qué maneras más curiosas de recordar tiene uno, qué maneras más curiosas: hoy recuerdo mariposas que ayer sólo fueron humo.
...y debe de ser verdad, porque no sabría explicar por qué pero han pasado unos días (pocos, es cierto) y al escuchar la canción "Llueve otra vez" sólo pienso en el tiempo. Quería haber escrito algo sobre un hombre que miraba fijamente un reloj, que llegó a ser la madera, el cristal, cada una de las manecillas, y finalmente fue tiempo, y así consiguió ser pasado y presente, y futuro. Pero sólo llueve en las canciones, y en los tejados que veo por las ventanas de mi casa. Sin embargo en mis dedos hace tiempo que la sequía se hizo una casa. Construyó una hermosa valla a su alrrededor, llenó de flores las ventanas, se sentó en el porche, mirando al horizonte, y habita allí. En mi cabeza, a unos pocos metros de la valla, todavía sucede, de vez en cuando, que se juntan unas gotas, pequeñas, casi un rocio inapreciable. Yo siento la humedad, como si quisera bajar por mi cara, por mi pecho, y extenderse a todo mi cuerpo. Pero cuando estoy preparado, cuando puede que una historia (no importa si buena o no, me bastaría una) parece querer abrir la puerta de la casa de mis dedos, la sequía apenas gira su cara, clava sus ojos pardos en el visitante, y de nuevo vuelve la vista al páramo interminable. No, no sería justo perdir perdón por ser incapaz de escribir. ¿Perdón a quién? ¿a mi?. Lo siento, no hay historias, y como sucede a menudo, cuando no hay historias uno habla de sí mismo, es decir, del extraño que vive justo en el segundo anterior, cuando era alguien que soñaba mientras sus dedos no dejaban de llover. Quién sabe, quizás el tiempo nos traiga un verano seco, muy seco, y entonces la sequía busque otros campos donde levantar su casa; pero hoy no, hoy me mira con una extraña tristeza de miel en sus ojos.
"Son cosas chiquitas. No acaban con la pobreza, no nos sacan del subdesarrollo, no socializan los medios de producción y de cambio, no expropian las cuevas de Alí Babá. Pero quizá desencadenen la alegría de hacer, y la traduzcan en actos. Y al fin y al cabo, actuar sobre la realidad y cambiarla, aunque sea un poquito, es la única manera de probar que la realidad es transformable." (Eduardo Galeano)
3 comentarios:
Tengo que escribir algo, pero ahora no. Ahora seguiré disfrutando de la extraña sensación que me produce tener todos y cada uno de mis pelos de punta. Los siento en mis piernas, en mis brazos, en mi sexo y en mi alma. Escribiré algo, más tranquilo, escuchando de nuevo la canción, pero ahora no, ahora siento, seguiré sintiendo, sintiendo. Un beso y ójala no deje de llover nunca, ni yo de enviar besos en cada gota de lluvia, ni tu de esperarlos, si es que todavía los esperas.
...y 2 y final. Otra canción de Silvio dice:
Qué maneras más curiosas
de recordar tiene uno,
qué maneras más curiosas:
hoy recuerdo mariposas
que ayer sólo fueron humo.
...y debe de ser verdad, porque no sabría explicar por qué pero han pasado unos días (pocos, es cierto) y al escuchar la canción "Llueve otra vez" sólo pienso en el tiempo. Quería haber escrito algo sobre un hombre que miraba fijamente un reloj, que llegó a ser la madera, el cristal, cada una de las manecillas, y finalmente fue tiempo, y así consiguió ser pasado y presente, y futuro. Pero sólo llueve en las canciones, y en los tejados que veo por las ventanas de mi casa. Sin embargo en mis dedos hace tiempo que la sequía se hizo una casa. Construyó una hermosa valla a su alrrededor, llenó de flores las ventanas, se sentó en el porche, mirando al horizonte, y habita allí. En mi cabeza, a unos pocos metros de la valla, todavía sucede, de vez en cuando, que se juntan unas gotas, pequeñas, casi un rocio inapreciable. Yo siento la humedad, como si quisera bajar por mi cara, por mi pecho, y extenderse a todo mi cuerpo. Pero cuando estoy preparado, cuando puede que una historia (no importa si buena o no, me bastaría una) parece querer abrir la puerta de la casa de mis dedos, la sequía apenas gira su cara, clava sus ojos pardos en el visitante, y de nuevo vuelve la vista al páramo interminable.
No, no sería justo perdir perdón por ser incapaz de escribir. ¿Perdón a quién? ¿a mi?.
Lo siento, no hay historias, y como sucede a menudo, cuando no hay historias uno habla de sí mismo, es decir, del extraño que vive justo en el segundo anterior, cuando era alguien que soñaba mientras sus dedos no dejaban de llover.
Quién sabe, quizás el tiempo nos traiga un verano seco, muy seco, y entonces la sequía busque otros campos donde levantar su casa; pero hoy no, hoy me mira con una extraña tristeza de miel en sus ojos.
En verdad la imagen es la presentación de algunos sentimientos de uno , sino que proporciona la lección a los espectadores.
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