Poesía y prosa de la lluvia


Va llegando el otoño y para ir anunciándolo llevamos por aquí un par de días de intensas tormentas. Si miro hacia el cielo me embrujan las tormentas. He sido capaz de pasarme una noche sin dormir contemplando una tormenta eléctrica o de abandonar cualquier actividad por precisa o interesante que fuese para empaparme del sonido de los truenos retumbando en mi interior. Maravillada de la magnificencia de la naturaleza.


Pero las lluvias torrenciales pierden toda su poesía romántica en cuanto vienen a mi mente las gentes sin hogar, las personas con condiciones míseras e incluso los animalillos domésticos abandonados. Vuelta a la dura prosa.


Y si quiero convertirla en romance heroico no tengo más que repasar en el periódico un artículo que venía la semana pasada explicando el pequeñísimo porcentaje de cauces de los ríos que se han limpiado a pesar de los planes trazados desde hace años. Vienen entonces las imagenes de las riadas y desbordamientos del pasado invierno, Épico. Sí.



(IMAGEN: Mi calle en Octubre del 82. Desbordamiento del río Júcar y rotura del pantano de Tous)

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