Las mujeres de verdad tienen curvas


Va terminando el año y una se plantea por enésima vez una lista de buenos propósitos para el nuevo ciclo. Por supuesto, entre ellos, está hacer algo de ejercicio y perder algunas de las toneladas de exceso que tiene mi cuerpo serrano. Claro, que deportes y dietas tendrán que esperar al paso de las fiestas navideñas y al ataque frontal a los bombones de chocolate y las almendras garrapiñadas.

Supongo que por compensar, mi memoria suele regalarme el recuerdo del título "Las mujeres de verdad tienen curvas". Una película que me encanta, una comedia fresca, divertida, entrañable y con mensaje más allá de las "curvas".


Está dirigida por Patricia Cardoso y protagonizada por America Ferrera. Es del año 2002, ya tiene 7 años, pero tal vez a alguien le resulte novedosa o le apetezca recordarla.

Ana, una adolescente méxico-americana, está a punto de convertirse en mujer. Vive en la comunidad hispana del este de Los Ángeles, y recién acabado el instituto su profesor la anima para que solicite una beca para estudiar en la Universidad de Columbia. Pero sus tradicionales padres piensan que no es tiempo para estudiar, sino para ayudar a su familia. Dividida entre sus ambiciones personales y su tradición cultural, accede a trabajar con su madre en el taller de costura de su hermana, en el centro de Los Ángeles, donde confeccionan modelitos "fashion" para "barbies" en los que jamás cabrá su voluptuoso cuerpo.
La muchacha lucha por encauzar su propia vida, contra el determinismo social norteamericano, un mundo de apariencias, clichés y modelos cortados con el mismo patrón, y contra las caducas concepciones de su familia.
Es un film realista, pero no está abordado como un drama. Se inclina por el lado más amable con acertados y simpáticos golpes de humor.
La película no es una elegía a la opulencia y la gordura, ofrece un mensaje contra el sistema, que oprime las vidas de los menos favorecidos o que no responden a los patrones de una sociedad que vive fundamentalmente de apariencias, y desecha lo realmente puro y esencial del ser humano.

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