¿Odio la Navidad?

No odio la Navidad. Todavía no llego a extremos de querer rodear el belén de alambre de espinos emulando Palentina, ni declarar la república con violencia decapitando reyes magos, ni chivarme a cada infante que encuentre del secreto de san Nicolás..... Todavía no ....

La Navidad, supongo que es más dura de llevar para quienes como yo no tiene ningún significado religioso o místico. Quizá la falta de fe nos impide impregnarnos de la paz y la alegría interior de ciertos creyentes. A veces, una lamenta ser tan racional.

Cuando mi hijo era chiquitito o cuando trabajaba en la escuela con los peques , me quedaba el recurso de inpregnarme de sus ilusiones, de sus sorpresas, de su inocencia.....

Ahora , ni siquiera los recuerdos me salvan. Porque en estas fechas un extraño encantamiento produce que hasta las nostalgias más entrañables se transformen para mí en tristes melancolías. Es entonces, cuando una se alegra de ser tan racional.

En estos momentos me siento sobrepasada ante la perspectiva de múltiples cenas de múltiples grupos a las que debería acudir con la sonrisa puesta, me molesta pensar en las reuniones convencionales con familiares o gentes a las que te une bien poco, con los regalos puramente formales , con los abrazos y felicitaciones de personas que el resto del año apenas te miran.....Aunque lo más molesto es, sin duda, saberse tan aborregada y saber que una sucumbirá una y otra vez ante la fiebre navideña. Duele la neurosis de sentirse parte de un jolgorío colectivo y el firme convencimiento de todo este absurdo.


Odio la Navidad. La Navidad de pago, la Navidad de obligación y convención, la Navidad de injusticia social.

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