Sinceridad y virtud

En los últimos días he tenido ocasión de comprobar cómo algunas personas confunden la sinceridad con la falta de tacto, diplomacia o con el desconocimiento de los límites de la confianza. El "Yo soy muy sincera: lo digo todo a la cara"está tan al orden del día como mi pensamiento de: "Dime de qué presumes y te diré de qué careces".O  cuando estoy un pelín harta:“¿Y a ti quién narices te ha pedido ese tal derroche de sinceridad?”. O si me pilla un poco filosófica : "No hay mejor palabra que la que queda por decir".

Será quizá la edad, o quizá la imperiosa necesidad de las gentes de autoafirmarse o de construir relaciones más auténticas lo que impulse a algunas personas ir diciendo sus verdades a diestro y siniestro sin que nadie las solicite. A veces , es tan sólo la necesidad de aclarar nuestros propios valores y organizar los pensamientos lo que nos produce un furor de dádiva de opinión que nadie solicitó. Y es entonces cuando queremos reconvertir la intromisión en generosidad, en sinceridad y vestirla de virtud.

Para reflexionar dejo aquí este elocuente diálogo de la película Johnny Guitar:


2 comentarios:

juaneume dijo...

Por favor!!!!!
Cuanto tiempo!!.

Nor dijo...

Juane...ja hi ha moltes coses que podem dir :....quan de temps¡¡¡¡¡