"el pesimismo goza de un prestigio intelectual que no merece, porque vivimos gracias a optimistas que creyeron, como Condorcet, en "la perfectibilidad ilimitada de la especie"o, dicho en términos más humildes, en que las cosas podían ser mejores" (José Antonio Marina 2003)
No es difícil dejarse llevar por el marasmo de problemas, conflictos, contratiempos, desgracias y hecatombes que nos depara tanto nuestra discreta vivencia diaria como los grandes eventos del mundo. No considero nocivo dejar un espacio para la queja, para el lamento, incluso para el llanto y la desesperanza. Pero me niego, una vez más, a convertirme en una agorera de los males venideros, a llorar las pestes del nuevo siglo y a fustigarme cada día por los errores de la humanidad.
Aún con mis firmes propósitos y convicciones,no puedo evitar sentirme pasada de moda, intelectualmente disminuida, filosóficamente confundida cuando logro pensar en una vida mediocre que adoro, cuando siento cuánto me gusta la gente imperfecta que conozco, lo que disfruto del medio ambiente degradado en el que vivo, e incluso lo bien que empatizo conmigo misma.
Claro que en mi camino hay penuria, pérdida, muerte, enfermedad, desamor, inseguridad, miedo, lucha y dificultad. Pero nadie me dijo que todos esos términos hubiese que tacharlos del concepto "vida". La obsesión por el hedonismo, por los grandes logros, los altos fines, las últimas metas parece que nos hacen olvidar los pequeños placeres del camino.
(Rollo vespertino dedicado a mis Marus, mis divas)
1 comentario:
Me gustan tus divagaciones. Eres un encanto!!
Petons!
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