La importancia de llamarse Leonor

Hace muchos, muchos años, el 1 de Julio , era para mí el día más especial del año. Es mi onomástica. los motivos no eran religiosos, sino festivos. Ese día mi yaya y mi madre prepararían una merienda para mis amigas y mis primos en la que con un poco de suerte habría papas y naranjada. Todos iríamos repeinados y dejando un rastro inconfundible a Heno de Pravia. Lo más especial vendría tras el ágape: Con una gran sonrisa uno a uno me iban entregando un precioso don: casi siempre un TBO. Y de colofón , mis padres algún pequeño recopilatorio o algún cuento clásico . Luego nos íbamos a jugar a la calle hasta el anochecer, en que los vecinos comenzaban a sacar sus sillas y sus mesillas para cenar al fresco. Yo ansiaba volver a casa para contemplar mi tesoro, ese montoncito de cómics que tanto deseaba comenzar a leer y tanto temía terminar.

Ese día me gustaba especialmente llamarme Leonor. Siempre me gustó. Aceptaba con resignación los diminutivos, y a veces en soledad declamaba mi nombre , como si de ese modo reforzase mi identidad.Me gustaba que fuese único en mi escuela e incluso su semejanza onomatopéyica con el gran felino me hacía sentir orgullo , lo cual disuadía cualquier burla infantil. Más tarde la identificación homónima con la transgresora y culta Leonor de Aquitania o la esposa del gran Machado, henchían mi alma adolescente.

Ayer sólo hubo dos amigos que me felicitasen. Pero, con eso y todos mis recuerdos , logré celebrar una gran fiesta en mi corazoncillo.

Gracias Jose. Gracias Cris.

1 comentario:

Mercè Salomó dijo...

Cielo, mi calendario no pone el nombre de los santos...

MOLTES FELICITATS!!!!!!
I UN MILER DE PETONS!!