Ventanas rotas

En los últimos tiempos me ha venido en múltiples ocasiones el recuerdo de aquella curiosa teoría de las ventanas rotas.Roconozco mi tendencia natural a ver "el vaso medio vacío" , pero también mi esfuerzo loable al positivismo, aunque la visión que se me ofrece de la realidad no me lo pone fácil. En los últimos meses los periódicos, las telenoticias, las enfermedades de algunos amigos, los problemas afectivos de otros, el declive económico de gentes cercanas me proyectan la imagen de miles de ventanas con cristales rotos que incluso puedo oir resquebrajarse..

En un principio, la teoría  trata sobre el contagio de las conductas inmorales o incívicas.Sin embargo, estoy convencida que podría aplicarse en cualquier faceta sociológica, psicológica o filosófica. 

Para reflexionar un poco.

Os la resumo brevemente:

 Tiene su origen en un experimento que llevó a cabo un psicólogo de la Universidad de Stanford, Philip Zimbardo, en 1969. Abandonó un coche en las descuidadas calles del Bronx de Nueva York, con las placas de matrícula arrancadas y las puertas abiertas. Su objetivo era ver qué ocurría.

Y ocurrió algo. A los 10 minutos, empezaron a robar sus componentes. A los tres días no quedaba nada de valor. Luego empezaron a destrozarlo.

El experimento tenía una segunda parte: abandonó otro coche, en parecidas condiciones, en un barrio rico de Palo Alto, California. No pasó nada. Durante una semana, el coche siguió intacto. Entonces, Zimbardo dio un paso más, y machacó algunas partes de la carrocería con un martillo. Debió de ser la señal que los honrados ciudadanos de Palo Alto esperaban, porque al cabo de pocas horas el coche estaba tan destrozado como el del Bronx.

1 comentario:

Mercè Salomó dijo...

Joder con los de Palo Alto!

Petonets!