Extracto de una carta de una trabajadora de limpieza (envido por Merchu):
Así tenemos a la “Belén Esteban” del circulo político haciendo su show. Una persona que no va a tener problema alguno, con hacerse todas las pruebas en un tiempo record,(que dicho de paso, podrían haberse realizado en la privada), en ser operada de inmediato por los mejores cirujanos, sin temer por “su” tristemente famosa lista de espera, y que va a paralizar como poco, media planta para ella sola. Pero muy chula ella va a la pública… Y lo proclama.
Soy una limpiadora de la sanidad pública, y se lo que conlleva tener un político entre nuestras paredes. Para ellos solos, como mínimo: media planta bloqueada, para ellos solos los mejores médicos, cirujanos, fisioterapeutas, volcados al 100% sobre ese caso, para su exclusividad una sola limpiadora que se aburre religiosamente todo el puñetero día, teniendo que estar pendiente de cualquier cosa que pueda surgir. Se nos entrega un carro nuevo. Los políticos no pueden ver un carro viejo. Los cubos también son nuevos y relucientes. La fregona recién estrenada. La presa: ídem, El palo de la fregona y escoba, recién sacados del almacén. Que no falte un cepillo sin estrenar… Todo exclusivamente para ellos. A lo largo del año, tenemos que trabajar de cualquier manera, con palos rotos, carros que se atascan, en vez de rascadores, con cuchillos o lo que pillemos, y mucho nos cuesta obtener que nos cambien el carro que nos rompe la espalda un día sí y otro igual, o una presa que escurra sin que tengamos que destrozarnos el lomo.
Volviendo a nuestra planta bloqueada y “super” vigilada:
El carro, sus artilugios y la limpiadora al pie del cañón pero sin ser visibles. Solo si se precisa de nuestra intervención, saldremos del escondite que se nos asigna, para sigilosamente cumplir en el acto sin la más mínima espera, la labor solicitada y desaparecer otra vez a esperar la siguiente alerta.
Si vienen familiares, la Casa Real, o políticos a visitar al paciente, a las limpiadoras se nos pide que nos esfumemos junto con nuestro material para no dañar la vista soberbia de toda esa gente, que no sé en que planeta viven, en todo caso, no en el mismo que yo. Se nos hace fregar una y otra vez todos los pasillos por donde se les pudiese ocurrir pasar esas ilustres visitas. Hay un tal despliegue tanto inútil como vergonzoso cuando tenemos un paciente de esa índole, que deberían sonrojarse pensando en cómoy cuánto perturban un lugar público que ellos utilizan como si fuese un palacio privado con todo y todos a sus pies.
Y por cierto: Cuando acaba todo ese follón, todos los agradecimientos son siempre para los mismos, y los demás, como siempre, somos simple escoria invisible"
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