Años ha, algún partido televisivo dominguero, el sonsonete cargante de la radio en las soporíferas tardes dominicales y como mucho cada cuatro años panzada extra de fútbol mundialero. Para una , que no ha mamado la afición futbolera, que siente animadversión explícita a las manifestaciones tópicas del balompié y que rechaza los despropósitos económicos y éticos del mercado futbolístico, resulta paradójico tener por casa a dos aficionados.La vida es, muchas veces , como un chiste, de aquellos de "los colmos".
Tras mis constantes peroratas tras los telediarios o tras las expresiones de los astros profesionales , o las explicaciones racionales a los inexplicablemente iurracional, mis dos pobres aficionados se sientan en el sofá frente al televisor absortos y...muy contenidos. Mientras leo a su lado, les miro a hurtadillas y sonrío. Su mirada está como poseída por la pantalla.Afortunadamente jamás llegan a la esquizofrenia pasajera que transforma a algunos seres. Todo lo más algún resoplido. Si algo tiene positivo, es el desarrollo de las aptitudes para la observación: inexplicable cómo dos personas incapaces de encontrar el cajón de los calzoncillos adquieren la capacidad de captar detalles tan sutiles que ni el zoom más técnico es capaz de registrar.
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