Libertad de expresión


Es una lástima que la democracia solo haya servido para que la ignorancia, la superficialidad, la banalidad y los lugares comunes hayan florecido entre tanta gente. Por lo que he leído en algunos de los blogs del último informe Raxen, publicado por Movimiento contra la Intolerancia, todo se reduce a dos conceptos: provincianismo e ignorancia. Esta última, como habitualmente, tremendamente atrevida.
Todos repiten la misma línea argumental: considerar como esencial del ser humano lo que es accidental. La asunción dogmática de criterios dados por válidos sin ningún género de duda y que carecen de cualquier fundamento intelectual, de cualquier base en el derecho natural.

El más ridículo de todo, por ser el más reciente, el del superior derecho de aquel que nace en un lugar a ser y estar ahí sobre el que ha nacido en otro sitio y se desplaza, ejerciendo una libertad básica, primigenia, esencial del hombre.

Expresa la pobreza absoluta espiritual. Aquellos que nada son, que no tienen nada dentro, tiene que asirse desesperadamente a intangibles como ser español, ser patriota o ser de Boyuyos del Condado. Esa tristeza se convierte en pasmo, cuando además esos conceptos se utilizan para agredir, denigrar, denostar, inculpar a todos los que no son de aquí, elevando a categoría común a los que si lo son. Da igual que el de fuera sea artista, ladrón, médico, ñeta o carpintero, pertenece a los Otros, da igual que el de aquí sea poeta, corrupto, incívico, sabio o asesino, pertenece a los Nuestros. ¡Qué solemne simpleza!

Quizá, si leyeran más libros y vieran menos televisión, sabrían que la mayor parte de las constituciones del siglo XIX reconocían, sin ningún tipo de limitación, el derecho de cualquier persona a establecerse y trabajar en igualdad con los naturales del lugar. Existían aranceles para las mercancías, pero a nadie hasta el siglo XX se le ocurría imaginar esa limitación para los seres humanos. Un avance más del triunfo de la mercadocracia.

Sobre la influencia de la concentración de melanina en la piel como elemento indiscutible para clasificar a los seres humanos es mejor no hacer referencia. El racismo resulta muy útil, pues es una característica que permite eliminar, evitar, el trato, la relación con personas que de otra manera podrían simular ser normales. Es lo malo que tiene el fenotipo, que no siempre revela la estupidez genotípica.

Finalizar con una perla: Los mismos que en un manifiesto niegan el pan y la sal a los “tercermundistas” , claman en el párrafo siguiente por el “derecho a la libertad de expresión, opinión y ¿pensamiento? en la red”.
Artículo "Blogs de nazis y asimilados" de Alfonso del Álamo
Imagen de http://www.movimientocontralaintolerancia.com/

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