Halagos

En los últimos días he recibido ciertos elogios por tareas realizadas o por algunas actitudes que haya mostrado.

Sólo el hecho de escribir la anterior frase, ya me sonroja.

Ciertamente para muchas personas es muy difícil enfrentarse a los halagos, a veces, mucho más que a un ataque o una crítica no demasiado constructiva. Incluso en muchas ocasiones nos es más fácil hacer críticas que valoraciones positivas, felicitaciones o reconocimientos. En todo momento , me refiero a críticas o alabanzas sinceras, llenas de contenido. En lo superficial cualquiera es capaz de moverse más o menos bien.

Una de las causas de la incomodidad ante el elogio, supongo que viene de las reminiscencias de nuestra educación ético-religiosa en que valores o virtudes como la humildad, la modestia o la templanza se definen, erróneamente diría yo, como contrapuestos a la vanidad, la soberbia, la arrogancia, la altivez o la egolatría.

Es difícil mostrar una reacción adecuada ante los halagos: Si los negamos podemos parecer personas desagradecidas, falsamente modestas o con problemas de autoestima; si los aceptamos podemos parecer orgullosos, egocéntricos, engreídos…. Es difícil conseguir una actitud digna.

La experiencia nos va enseñando esa dignidad, aunque la reacción más natural es la que procede de adentro, de una autoestima bien construida, y una personalidad autocrítica y equilibrada.

(IMAGEN: Matices de Francisca Valenzuela)

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