La ignorancia


"- ¿Entonces, maestro, qué es lo peor del mundo?

- Lo peor del mundo no es la muerte, ni la enfermedad, ni el miedo, sino la ignorancia.

Lo dijeron los antiguos, nuestros antepasados, nuestros maestros,
los que nos precedieron en la vida, en el bien y en el dolor,
los que reflexionaron sin haber pisado las grandes universidades,
los que leyeron libros y descifraron los mensajes de las nubes y los bosques,
los que leen la corteza de los árboles y los ojos de las madres y saben interpretar la música del viento,
los que no tenían grandes certezas,
los que decían ‘quizás’, ‘es posible’, ‘sólo Dios lo sabe’, ‘espera a verlo’, ‘ten paciencia’, ‘toma el tiempo que necesites para pensar’, ‘mira como fluye el agua del río’...,
los que no afirman nada definitivo,
los que yo llamo los antiguos, que han abrazado el tiempo y en él han descubierto las huellas de la sabiduría,
los que han sido humildes y modestos, dignos y graves,
los que nunca cerraron el camino que lleva a la escuela y al conocimiento,
los que han citado al Profeta, que decía que hay que adquirir el conocimiento aunque para conseguirlo sea necesario ir hasta la China,
los que no desenterraron nunca sus raíces para plantarlas en una tierra árida,
los que decían que lo peor del mundo no es ni la muerte, ni la enfermedad, ni el mido, sino la ignorancia."

(Fragmento traducido de L'escola buida, de Tahar Ben Jelloun.)

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