Era el mes de las purificaciones. En su nombre podemos reconocer el verbo februo ‘purificar’.
En febrero se celebraba una fiesta de purificación conocida como Lupercales o fiesta de la februa. Februa era el nombre que se daba a unas tiras de piel de macho cabrío con las que los celebrantes azotaban a la gente (sobre todo a las mujeres). Este azote ritual tenía un valor purificador. Se suponía además que propiciaba la fertilidad femenina y facilitaba el parto.
(Blog de Lengua)
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