Con gafas de colores

Ayer se me ocurrió, desde mi página de facebook personal escribir una nota sobre una persona de nacionalidad polaca a la que conocí hace poco, que necesita trabajo y que solicitó ayuda. Pienso que estas redes sociales , además de ser un recurso de comunicación para ciertas personas, para otras puede ser un cauce  de intervención, participación y búsqueda de soluciones. Está bien tener un espacio para decir "chorradas", para liberar el alma de adolescente o reivindicar las causas más quijotescas, pero veo muy positivo tratar de ser efectiva y convertirlo en un espacio de reflexión, y a la vez práctico y rentable.

En apenas unas horas recibí algunas críticas en mi correo . Escasas de momento, pero de tal contundencia y tan alejadas de mi espíritu que todavía me encuentro consternada.

En una de ellas, la persona muestra unas actitudes xenófobas inadmisibles, difíciles de entender en un mundo pluricultural, en pleno siglo XXI y en una sociedad que se supone civilizada. Cuando estas actitudes provienen de gentes alejadas, de grupos radicales, de culturas muy distintas parece que eres capaz de afrontarlas con más racionalidad. Cuando llegan de las personas más o menos cercanas: duelen. Parece que "mi pequeño mundo" tampoco está a salvo.

No sé si sentirme idiota o no, por seguir empeñándome en ponerme las gafas de arco iris.

De momento voy a escuchar la canción que tan acertadamente me acaba de enviar Merchu:

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