Conviviendo con el dolor

Hace ya años que sufro dolores articulares y musculares generalizados y crónicos. Tanto tiempo ya que ni recuerdo cómo sentía mi cuerpo antes de aquel encuentro desafortunado con una gripe que cambió mi vida , que me dejó como legado la alodínia y... la renuncia.

No recuerdo cuándo leí que una de las formas más efectivas para superar el dolor es reconciliarse con él. Asumir el conflicto, la muerte o el dolor sin tragedias desaforadas como parte de la esencia de la vida te ofrece la posibilidad de vivir, de sentir las situaciones más adversas desde la naturalidad, de la serenidad. No se trata de resignación sino de otra postura ante la vida, de una reconstrucción de sí mismo.

Soy capaz de racionalizar, entender y comprender esa reconciliación, esa naturalidad. Hasta los seres modestos como yo tenemos aptitud para comprender, pero supongo que "vivir esa reconcialiación" debe estar reservado para espíritus más elevados. El resto de los mortales navegamos entre la tristeza por lo perdido, la esperanza por recobrarlo o la serenidad por asumirlo. Supongo que esta labilidad también es "naturalidad".

Y en ese bogar con las velas de la esperanza vamos parando de vez en cuando tratando de pescar en las redes que aparecen en el mar de las terapias . Fisioterapia, ozonoterapia, acupuntura, homeopatía, osteopatía, neuroterapia, psicoterapia, quiropráctica, yoga, pilales, rehabilitaciones, y hasta brujoterapia si se tercia.

Tras años de búsqueda y experiencia, la mejor terapia: el humor, la creatividad y la implicación en pequeñas parcelas que te posibiliten contribuir a un mundo mejor. Esto. el trabajo con la mente  y algún analgésico: "mano de santo"